Arribes del Duero: Monumental frontera natural

Arribes del Río Duero: Monumental frontera natural
Disfrutar pedaleando de los impresionantes cañones de granito que forma el Duero al abandonar España y de los vestigios que perviven desde la época romana.


  • Destino: Europa
  • País: España
  • Categoría: Mountain Bike


El Duero, el gran río de la meseta castellano-leonesa, es frontera natural entre España y Portugal. Abandona el país por las tierras zamoranas y salmantinas creando un impresionante cañón por el que discurre encajonado. Inmensas formaciones graníticas y una gran riqueza tanto de paisajes como de fauna que hacen de los Arribes del Duero un lugar digno de visitar. Y ya que vamos, ¿por qué no ir en bicicleta?

Hay muchas rutas y senderos para recorrer los Arribes del Duero, de hecho, es recomendable siempre llevar un buen mapa porque es muy fácil perderse. Incluso podemos optar por el acompañamiento de un guía local (http://www.zamoranatural.com/).

Entre otros senderos existe el GR-14, un camino que pretende acompañar al Duero desde su nacimiento hasta su entrada a tierras lusas. Una parte de este GR-14 coincide con una antigua calzada romana, la Calzada Mirandesa, que une las poblaciones de Zamora y Miranda do Douro.

Esta ruta, rica en historia y paisajes emblemáticos, es la que vamos a recorrer. En nuestro camino encontraremos varios puentes romanos en diversos estados de conservación, tramos de la calzada romana que aún perviven, piedras con formaciones únicas en la naturaleza, pueblos emblemáticos y, ante todo, impresionantes miradores a este gran cañón ibérico.



Etapa 1: Zamora – Arcillo. 22,5 kilómetros. Dificultad baja.


Partimos de la ribera sur del río Duero a su paso por la ciudad de Zamora, concretamente del Puente de Piedra. Tras atravesar el puente giramos a la derecha siguiendo la ribera del río y disfrutando de la asombrosa visión que ofrece la catedral de la capital en su privilegiada posición sobre el Duero. Llegamos a un cruce, tomamos el camino de Ledesma y poco después vemos una rotonda y unas escuelas. Cogemos la calle de la derecha.

Cruzamos la carretera y seguimos rectos sin desviarnos hasta llegar a un cruce junto a una nave. Aquí tomaremos el camino hacia la izquierda, igual que en el siguiente cruce. Seguimos por el camino principal hasta llegar a un polígono industrial, que podemos atravesar por su calle central hasta llegar a la carretera. Giramos a la izquierda y seguimos la carretera sólo unos metros, hasta coger el camino que sale a la izquierda. En esta zona hay muchos caminos agrícolas y es fácil despistarse. Ante la duda, seguir el más paralelo a la carretera, pero en cualquier caso en seguida veremos Tardobispo.

Junto al campo de fútbol del pueblo sale un camino hacia la izquierda. Seguimos este camino y llegamos al puente romano de Judiez, en mal estado de conservación dónde el camino se ensancha. Al poco veremos un pequeño cañón conocido como el Salto de la Vieja. Llegamos a Pereruela, villa famosa por su alfarería.

Salimos del pueblo por una calle a la derecha de la iglesia hasta llegar a un palomar blanco en desuso. Tras subir una pendiente llegamos a un cruce y seguimos por la izquierda hasta una pradera. Seguimos por la derecha hasta llegar al puente romano de las Urrietas. Cruzamos el puente y seguimos el camino de piedras. Lo abandonamos cuando gira a la izquierda y continuamos recto hasta atravesar una pradera. Descendemos hasta unas grandes piedras, donde el camino aparece de nuevo. Para no perderse en este tramo lo mejor es seguir un muro de piedras que encontramos a la izquierda. Poco después, entre encinas, veremos la población de Arcillo a la que entramos atravesando un pequeño puente de piedra.


Etapa 2: Arcillo – Torregamones. 23 kilómetros. Dificultad media.

Salimos del pueblo por la calle Larga, pasando junto a una casa rural y vemos un cartel que señala el puente de la Albañeza. En este tramo de la ruta encontraremos balizas marcadas con blanco y rojo. Continuamos siempre recto y llegamos a una formación de rocas, conocidas como Piedras Caprichosas, que asemejan a un dolmen. En seguida cruzamos el puente romano de la Albañeza. Desde aquí tendremos que cruzar algunas puertas puesto que estamos en una dehesa. Llegamos a un cruce y cogemos el ramal derecho que transcurre entre bosques y vaguadas hasta un crucero desde donde ya podremos avistar el pueblo de Abelón de Sayago.

Desde Abelón a Moral de Sayago, la ruta transcurre por la carretera. Hacia la mitad de un pronunciado descenso sale a la derecha un cruce hacia una central nuclear que no llegó a construirse. Merece la pena desviarse para observar la impresionante panorámica del cañón del Duero. Llegamos a Moral de Sayago siguiendo la carretera tras una fuerte subida. Este pueblo conserva en una de sus calles estelas romanas incrustadas en sus casas.

Salimos por la parte posterior del cementerio. Desechamos siempre los ramales izquierdos de los cruces y llegamos a una pradera con un regato. Cruzamos la carretera así como varias puertas hasta un camino ancho y, sin tomar el camino, giramos a la derecha. Tras una última puerta veremos ya el siguiente pueblo, Torregamones, al que accedemos pasando junto a una ermita.


Etapa 3: Torregamones – Miranda do Douro. 10 kilómetros. Dificultad alta.

Salimos por la calle que hay tras el campanario de la iglesia del pueblo. Comienza un vertiginoso descenso hasta un riachuelo y, tras un pequeño tramo ascendente, llegamos a un crucero de piedra frente al cual hay unas señales amarillas que nos indican el sendero a seguir. Este camino es una sucesión de subidas y bajadas. Llegamos a un cruce y tomamos el camino de la derecha. Apenas cinco minutos después, llegamos hasta los Chiviteros, pequeñas cabañas circulares con techo de retamas en las que el pastor introducía a las cabras preñadas cuando estaban a punto de parir para salvaguardarlas de los lobos.

En los siguientes cruces tomamos el ramal izquierdo y, al cabo de un rato, llegamos a una zona con fuertes curvas a derecha y a izquierda. Ya estamos descendiendo hacia los Arribes del Duero.

Llegamos a una vaguada desde la que vemos las ruinas de un castillo en la montaña de enfrente. Vamos hacia la izquierda entre ruinas de chiviteros. Este tramo del camino es bastante complicado y no conviene despistarse. Pasamos junto a barrancos y fuertes desniveles ora viendo el Duero, ora la carretera. Tras una curva a la derecha, llegamos a una señal relativa a la Calzada Mirandesa. Desde aquí el camino es casi vertical por lo que es conveniente descender a pie hasta la carretera. 

La carretera desciende hasta la frontera y luego comienza la dura ascensión hacia Miranda do Douro. Merece la pena realizar el último tramo de ascensión hasta Miranda y visitar las ruinas de su castillo medieval así como sus murallas romanas y su catedral.

Para rematar este día de deporte y naturaleza podemos organizar un descenso en kayak por los Arribes del Duero con una empresa de turismo activo o, simplemente, realizar el crucero ambiental que encontraremos antes de llegar a Miranda. Ambas dos buenas opciones para disfrutar desde abajo lo que antes vimos desde arriba.


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