Indomable Alaska



Un viaje único, de esos que con suerte se hacen una vez en la vida y es absolutamente inolvidable, por una de las regiones más bellas y salvajes del planeta donde montañas, bosques y glaciares ofrecen una amplia gama de actividades con las que poner a prueba la resistencia humana.

-         Destino: América
-         País: Estados Unidos
-         Categoría: turismo de aventura


Alaska es sinónimo de inmensidad. Salvaje, exuberante, grandiosa, impresionante… todos esos adjetivos no empiezan siquiera a hacer justicia a la magnificencia de una tierra en la que la presencia del hombre es casi simbólica. Este territorio ofrece una enorme multitud de opciones a los amantes de la naturaleza y el turismo activo.

Sin embargo hay que tener en cuenta que muchas zonas de Alaska son inaccesibles por carretera y las que lo son, suelen ser sólo aptas para vehículos bien preparados y con gasolina de repuesto, por lo que el taxi aéreo será nuestro mejor aliado en este viaje. También es imprescindible un buen mapa, recomendable incluso cuando el recorrido tenga balizas. Y, por supuesto, recordar a la hora de hacer la mochila que el clima en Alaska es uno de los más rigurosos del planeta. Las temperaturas extremas son de 25º de máxima y -50º mínima.


Los Fiordos de Kenai y el Parque Nacional Glacier Bay nos brindan la oportunidad de conocer en kayak  algunos de los glaciares más activos del mundo. En el Parque Nacional de Katmai podemos ver a los osos grises cazar el salmón o descender con nuestra canoa los 140 kilómetros del Savonski Loop. Ciudades como Nome o Barrow nos acercan la cultura inuit a la luz del sol de medianoche, y el Parque Nacional Puertas del Ártico nos ofrece la mayor extensión de tierra salvaje de Estados Unidos.

Un viaje inolvidable en el que aventurarse por inmensos bosques vírgenes poblados por osos y caribúes, navegar en kayak entre glaciares con las orcas como compañía, disfrutar del glorioso espectáculo que nos ofrece la aurora boreal o tomarse algo bajo el sol de medianoche. Estas y muchas más maravillas esperan al aventurero osado que se adentre en las regiones más septentrionales de los Estados Unidos.



Etapa 1: Los Fiordos de Kenai y el Parque Nacional Glacier Bay

Un buen lugar para empezar un viaje a Alaska es Seward. Esta pequeña ciudad aún no es un baluarte del turismo por lo que es bastante agradable de visitar y además es la puerta de entrada al Parque Nacional de los Fiordos de Kenai.

Parque Nacional de Kenai. 

Los fiordos de Kenai encierran toda la belleza de la naturaleza salvaje de Alaska. Además es uno de los tres parques nacionales de Alaska al que se puede acceder por carretera. Aunque claro está, no a todo el parque. La única parte del parque a la que se puede llegar por carretera es el glaciar Exit, al menos hasta mediados de noviembre, momento para cambiar el coche por una moto de nieve o realizar la travesía con los esquís. Una buena oportunidad de ver en vivo y en directo los efectos de los imponentes glaciares que un día dominaron la tierra.

Glaciar Exit, Parque Nacional de Kenai.

El parque de Kenai cuenta con numerosos senderos señalizados para conocer paso a paso la belleza de una de las regiones del planeta menos dañadas por la mano del hombre. Lo más recomendable es coger un mapa actualizado de los senderos en el centro de interpretación. Otra buena opción para conocer y disfrutar al máximo de los fiordos de Kenai es un crucero en barco. Un recorrido de seis horas por impresionantes acantilados y glaciares en el que deleitarse con la presencia de las orcas, las ballenas jorobadas y leones marinos.

Fiordo de Kenai

Tras la visita a los fiordos, en la que podemos demorarnos varios días si disponemos de ellos, podemos ir a la capital de Alaska, Juneau, desde donde partiremos hacia el Parque y Reserva Nacional Glacier Bay, muy cerca de la frontera canadiense. Esta bahía fue, como su nombre indica, un inmenso glaciar hasta 1750. El parque tiene 16 de los glaciares más activos del mundo, incluido el glaciar Muir, que con sus tres kilómetros de ancho es el glaciar más famoso del parque. La reserva es muy conocida ya que la bajada de los glaciares desde las montañas hasta la bahía convierte al parque en uno de los mejores lugares del mundo para ver y comprender cómo se crea un iceberg.

La mayor parte de los visitantes realizan el recorrido en barco, pero existe la opción de hacerlo en kayak desde Glacier Bay Lodge y disfrutar de la indescriptible sensación de ver los glaciares desde abajo así como de la compañía de focas y ballenas osadas que a veces se acercan.

Parque y Reserva Nacional Glacier Bay

Etapa 2: Las tierras del sol de medianoche

El sol de medianoche y las auroras boreales son espectáculos dignos de ver al menos una vez en la vida y Alaska nos brinda la oportunidad perfecta para ello. Muchas ciudades y reservas de este inmenso territorio gozan de estos fenómenos año tras año.Entre ellas está el Parque y Reserva Nacional Puertas del Ártico. Situado dentro del círculo polar ártico, este enorme parque de casi 40.000 kilómetros cuadrados cuenta con una característica única: esta declarado en su mayor parte como Zona Salvaje Noatak, lo que lo convierte en la zona salvaje más amplia de Estados Unidos. Curiosamente, en él viven de forma permanente 1.500 personas que sobreviven de los recursos del parque.


Hay varias poblaciones en Alaska situadas dentro del círculo polar ártico que nos acercan más a la historia de esta región. Nome, por ejemplo, es muy conocida por ser la meta de la famosa carrera Iditarod de trineos tirados por perros, en la que los concursantes recorren 1.800 kilómetros en las situaciones más adversas. En esta ciudad podemos apreciar la combinación de la cultura esquimal y los vestigios de la fiebre del oro.

Desde Nome nos podemos acercar hasta el Estrecho de Bering y a su parque natural. Aquí, además de gozar de las maravillas del parque podemos acercarnos hasta Shishmaref , una población esquimal situada sobre una estrecha lengua de tierra frente al estrecho. Este pueblo es tristemente conocido por las consecuencias que el cambio climático está teniendo en él. La reducción de hielo en el mar y el derretimiento del permafrost sobre el que está construida la aldea hacen que se considere Shishmaref, dónde la orilla retrocede anualmente más de tres metros, como el efecto del cambio climático más dramático del mundo.

Barrow, a orillas del océano Ártico, es la población más septentrional de Estados Unidos. La mayor parte de su población es inuit que han combinado sus tradiciones como cazadores de orcas y ballenas y las comodidades de la vida moderna. En Barrow el sol no se pone desde principios de mayo hasta principios de agosto, y no sale desde mediados de noviembre hasta finales de enero. Esta población tiene el atractivo de las frecuentes visitas de los osos polares.

Monumento hecho de huesos de ballena. Barrow, Alaska.

Kotzebue está a 60 kilómetros al norte del círculo polar ártico y en esta pequeña población esquimal se conserva en su mayor parte el modo de vida tradicional de sus antepasados. Además desde aquí se puede acceder a algunos de los mejores descensos de kayak de toda Alaska.



Etapa 3: El Parque Nacional de Katmai y el Valle de las Diez Mil Fumarolas

Situado en el suroeste de Alaska, el Parque Nacional Katmai es una visita de obligado cumplimiento. Al parque de Katmai, se accede desde la ciudad de Anchorage o desde el pueblo de Homer por medio de taxis aéreos. Este inmenso parque, de más de 19.000 kilómetros cuadrados, combina la salvaje naturaleza típica de Alaska con sesenta y cinco kilómetros cuadrados de lava carbonizada, fruto de la erupción en 1912 del volcán Novarupta. En este lugar hay una espectacular actividad volcánica en forma de géiseres y chorros de vapor, por lo que se conoce a la zona del parque como el Valle de las Diez Mil Fumarolas.

Valle de las Diez Mil Fumarolas, Parque Nacional Katmai.

Katmai es uno de los parques más conocidos y visitados porque en sus ríos hay una gran cantidad de salmones y, por lo tanto, los osos campan a sus anchas en todo el territorio. Se estima que la población de osos grises del parque ronda los 2.000 ejemplares y hay lugares donde no es nada recomendable pararse o acampar. En las famosas y espectaculares cataratas Brooks se reúnen bastantes osos para cazar el salmón y cuenta con una plataforma de observación desde la que se puede contemplar a este magnífico animal en su propio hábitat y en todo su esplendor.

Cataratas Brooks, Parque Nacional de Katmai.

Cataratas Brooks, Parque Nacional de Katmai. 
Parque Nacional de Katmai.


























Uno de los mayores atractivos del parque para los amantes del kayak es el Savonski Loop, un recorrido circular de unos 140 kilómetros que parte del Campamento Brooks. Una experiencia inolvidable especialmente recomendada para quienes tengan experiencia en la canoa. El recorrido puede durar entre 5 y 10 días, dependiendo del tiempo, de la experiencia de los miembros del grupo y de la ruta que se escoja.


La salvaje belleza de los grandes lagos del parque, como el Nanek, el Brook o el inmenso Nonvianuk y diversas bahías en las que la reserva se junta con el océano Pacífico, como la bahía Hallo o la Swikshak nos brindan la oportunidad de apreciar la más pura naturaleza de Katmai en un viaje a la inmensidad de Alaska. 



Cosas que hay que saber antes de viajar a Alaska

La mejor época para visitar Alaska es durante los meses de verano. En esta época hay cerca de 20 horas de luz diurna pero aún así hace frío por lo que debemos llevar ropa de abrigo. La temperatura máxima que se puede alcanzar en Alaska (en su parte sur) es de 25º. Por ello el turismo se concentra durante los meses estivales, así que es recomendable planificar bien el viaje y reservar alojamiento con antelación.

Es obligatorio tener el pasaporte en regla para acceder a Alaska, pero no hay ninguna vacuna obligatoria para entrar en el territorio. Hay que tener en cuenta que la moneda oficial es el dólar y, aunque acepten euros en la mayor parte de los sitios, es recomendable pagar en dólares para no salir perdiendo al cambio.

En la entrada de los parques nos darán información detallada de la ruta que vayamos a seguir, pero aún así es IMPRESCINDIBLE llevar un buen mapa y una brújula, además de algo de comida y un botiquín de primeros auxilios. Otras precauciones básicas: llevar siempre un silbato, alguna prenda de ropa de colores vivos y material para hacer fuego. No hay que perder de vista que en esta región se pueden pasar días sin ver a otro ser humano, así que mejor informar siempre a alguien de la ruta que pensáis tomar. Si viajamos por nuestra cuenta, lo mejor es llevar siempre un bidón de gasolina de repuesto, ya que la baja densidad de población de algunas zonas convertirá el simple hecho de repostar en toda una odisea.

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