Descenso al Valle de la Muerte


Uno de los parajes más bellos y más inhóspitos del planeta que el abrasador calor hace casi inaccesible. En su centro, una gran llanura de sal situada en el punto más bajo de Norteamérica: 86 metros por debajo del nivel del mar… en pleno desierto.

-         Destino: América
-         País: Estados Unidos
-         Categoría: trekking/mountain bike

Racetrack beach por Jon Sullivan (PD Photo.org). Las rocas se mueven por la acción de fuerzas naturales hasta 8 kilómetros por hora... a pesar de lo cual, nadie las ha visto jamás en movimiento.

El Valle de Muerte es, sin lugar a dudas, una tierra de extremos. Su punto más bajo está situado a 86 metros por debajo del nivel del mar sin embargo, con 56º, fue durante muchos años el segundo lugar más caluroso de la tierra, después de los 57º del Sahara Libio. El 23 de julio de 2006, en Badwaters, se registró un nuevo récord de 58,1º, con lo que el Valle de la Muerte pasó a ser oficialmenteel lugar más caluroso del planeta. La depresión está a escasos 50 kilómetros del monte Whitney, de 4.400 metros, y sus laderas nevadas no hacen sino recalcar el tremendo calor del entorno. El punto más bajo del Valle está rodeado de una gran llanura de sal cuyo espesor oscila entre los tres y los cinco metros.

Hay distintas versiones del origen de tan llamativo nombre para el valle. Una de las historias cuenta que hubo una expedición que intentaba encontrar un atajo para el comercio del mineral de la zona y murieron dieciocho de sus treinta componentes intentando salir del valle. Otra historia habla de dos caravanas que se encontraron mientras buscaban un atajo y que vagaron por el valle hasta poder salir de él. En esta historia sólo muere una persona, un anciano ya moribundo, y el nombre lo recibe por una mujer que al salir del valle dijo: “adiós, Valle de la Muerte”.

La Paleta del Pintor de Death Valley.
Este inhóspito paraje encierra en su interior una gran belleza. Entre sus atractivos destacan la Paleta del Pintor, llamada así por la caprichosa variación de colores de sus rocas, como si fuera un gigantesco lienzo, la playa de Racetrack famosa por las rocas rodantes que se mueven solas, la gran llanura de sal o Salt Pan en cuyo centro se encuentra la zona conocida como Campo de Golf del Diablo debido a sus hoyos y protuberancias, o las Dunas de Arena, que dan al lugar el aspecto propio de un desierto que todos tenemos en mente. Prácticamente todo el mundo ha visto estas dunas aunque no lo sepa ya que aparecen en películas como la Guerra de las Galaxias.

Descender hasta el Valle de la Muerte es un camino duro y peligroso si no se va bien preparado, con equipo apropiado para protegernos del abrasador sol y agua de sobra. Nosotros proponemos dos rutas para llegar hasta el punto más bajo de Norteamérica: desde Badwaters andando o descender el Cañón Titus bien en coche, bien en bici o mezclándolos ambos.
A orillas de Badwater encontramos el letrero que
marca los 85,5 metros exactos por debajo del nivel del mar

Etapa 1. Dos días de trekking por el Valle de la Muerte
Furnance Creek es un pueblo situado en la entrada norte del Valle y el lugar desde donde parten muchas excursiones. Nos internamos unos pocos kilómetros más en el valle y encontramos el centro de visitantes donde los guardas nos ofrecen información y folletos para los viajes autoguiados por el parque. El parque está formado por dos valles principales: Death Valley y Panamint.

Entramos en el Valle, en dirección al Lago Manly. Este lago dejó de existir hace 2.000 o 3.000 años y en su lugar ha quedado una gran salina llamada Salt Pan, nívea y cegadora. Esta costra de sal alcanza en algunos puntos los cinco metros de espesor y en su interior está el punto más bajo de Norteamérica al que se llega tras atravesar lo que se conoce como el Campo de Golf del Diablo.

El camino es sorprendentemente bueno y podemos admirar maravillas como las Dunas de Arena, que curiosamente es dónde más vegetación hay, o la Paleta del Pintor, en la que parece que un gigantesco artista ha intentado expresar sus emociones. En realidad es un efecto de los distintos minerales y de la erosión pero su sola visión hace que el viaje merezca la pena. La Paleta del Pintor es uno de esos misterios inimaginables de la naturaleza que hay que ver por uno mismo ya que las palabras parecen insuficientes a la hora de describirlo.
Artists Palette (La paleta del pintor) vista aérea.

El camino continúa hacia Badwaters, un manantial que no se seca nunca y de agua bebible aunque de sabor poco recomendable. Badwaters está codo con codo con la gran llanura de sal y es el final del recorrido en coche. A partir de aquí, si queremos continuar ha de ser a pie y con mucha planificación.
Las temperaturas llegan hasta los 56º, por no hablar del calor que emana de la sal que pisamos o de su cegador resplandor. Imprescindible: unas botas buenas, gafas para la nieve y un trapo húmedo sobre la boca y la nariz para evitar que se nos sequen las mucosas.

Incluso con estas medidas, lo más recomendable para llegar (y volver) hasta la placa que señala el punto más bajo de Norteamérica es recorrer los cinco kilómetros que nos separan del Campo de Golf del Diablo al anochecer y los dos restantes, a través de este traicionero campo, enemigo acérrimo de rodillas y tobillos, al amanecer.  Así nos dará tiempo a volver antes de que el sol muestre todo su esplendor.

Hacer noche en Salt Pan, sobre todo si hay luna llena, es impresionantemente sereno. Uno de los mejores recuerdos que alguien se puede llevar de este lugar es el reflejo de la luna en las inmensas llanuras de sal.
En cuanto la visibilidad lo permita, y con cuidado de no quedarnos sin tobillos, partimos por el Campo de Golf del Diablo. La llanura deja de serlo y se llena de montículos de sal dando la impresión de que una mano gigante ha estrujado la salina. Dos kilómetros de tortuoso camino para llegar a los 86 metros por debajo del nivel del mar situados en pleno desierto abrasador.
Devil's golf course. Fotografía de Brocken Inaglory.

Etapa 2. El Cañón Titus en bici o coche, otra forma de llegar al valle
El descenso al cañón es una ruta de 40 kilómetros recomendada para hacer en coche de doble tracción. Pero con una buena reserva de agua se puede hacer parte en bicicleta, o incluso, para los más atrevidos y teniendo en cuenta a la hora de planificarlo las abrasadoras temperaturas de la zona, se puede hacer todo el recorrido.

Sin embargo, la ruta es bastante dura y si se hace pedaleando es poco probable estar de vuelta a la hora de la cena. Lo mejor es llevar material apropiado para hacer noche, sin olvidar una buena esterilla que nos aísle del calor del suelo. Para hacerla en coche, sobre todo hay que fijarse en llevar agua, comida y el depósito de gasolina hasta arriba.



La ruta encara hacia el este y sube hacia las Montañas Grapevine en un majestuoso despliegue de agujeros que machacan el cuerpo. Entre todo tipo de lagartos, el ascenso se endurece hacia el paso de Redstone (piedra roja), el punto más alto de este recorrido, conocido también como Red Pass, nombre por demás apropiado ya que todo en el entorno es de un hermoso color rojo ocre. El camino cae casi repentinamente hacia el Cañón Titus en una serie de vertiginosos descensos. Desde aquí se puede admirar casi la totalidad del Valle con las montañas Panamint como telón de fondo. A los pies de estas montañas se encuentra el valle Panamint, muy conocido por ser escenario de pruebas militares.

Seguimos varios kilómetros hasta llegar al pueblo fantasma de Leadfield, abandonado en 1927, del que sólo quedan algunas estructuras aunque se pueden apreciar aún las entradas a las minas. Un pueblo ahora habitado tan sólo por los cactus y los lagartos. 


Llegamos a Klare Springs, una de las pocas fuentes de agua del parque y en dónde podemos apreciar petroglíficos indios que atestiguan que en este inhóspito paraje ya  habitaban los nativos americanos muchos siglos antes de que la fiebre del oro lo diese a conocer. El cañón se estrecha en los últimos kilómetros antes de llegar al Valle de la Muerte y a su níveo calor.



Colorado, a la sombra de las Rocosas


Colorado alberga en su extensión una de las más grandiosas maravillas del mundo: las Montañas Rocosas. Miles de kilómetros para explorar sobre una bicicleta, con una cuerda o con unas buenas botas.

-         Destino: América
-         País: Estados Unidos
-         Categoría: cicloturismo/trekking/escalada

El Estado de Colorado, situado en la parte central de los Estados Unidos, es un territorio polifacético. Desde la populosa Denver y las Grandes Llanuras hasta pueblos recónditos en plena cordillera de las Montañas Rocosas. Las Grandes Llanuras de Colorado tienen una gran cantidad de ranchos ganaderos, que suponen una magnífica oportunidad para conocer de primera mano el “salvaje oeste”. Muchos de estos ranchos están preparados para recibir visitantes deseosos de pasar una temporada cabalgando y trabajando como auténticos cowboys.

Rancho en las llanuras de Colorado


Pero sin duda uno de los mayores atractivos de este Estado para los amantes del turismo activo y de las cuestas interminables son las Montañas Rocosas. Una gigantesca cordillera que, como si de una colosal columna vertebral se tratara, atraviesa América del Norte desde Alaska hasta Nuevo México, pasando por Canadá. Cerca de 5.000 kilómetros de la más pura e indómita naturaleza.


Las Rocosas nos brindan oportunidades inigualables para disfrutar, como por ejemplo la ascensión al Pike´s Peak, conocer el paraje llamado Las Siete Cascadas o una visita al hermoso Jardín de los Dioses. Pero la joya de la corona de este viaje es, sin duda, el Parque Nacional de las Montañas Rocosas. Cientos de kilómetros para recorrer en bici o a pie, inigualables ascensiones, interminables rápidos y descensos en kayak o escarpadas laderas deseosas de recibir a los escaladores para poner a prueba su resistencia y habilidad.

The Rocky Mountains


Etapa 1. Colorado Springs y el Pike´s Peak
Colorado Springs es una entrañable ciudad y el sitio perfecto para comenzar este viaje. A unos 100 kilómetros al sur de Denver, Colorado Springs está situada sobre la cara este de las Montañas Rocosas y es la puerta de acceso a una de las ascensiones más famosas del estado: la montaña Pike´s Peak. Esta montaña es la más visitada de Norte América y la segunda más visitada del mundo después del Monte Fuji de Japón. El Pike´s Peak, llamada así en honor del explorador Zebulon Pike, alcanza los 4.300 metros de altitud. 

Colorado Springs, a los pies del Pike´s Peak

De los 54 “cuatromiles” que hay en Colorado, la ascensión más larga es precisamente el recorrido Barr (Barr Trail) que sube hasta la cima de Pike´s Peak. Este recorrido tiene una longitud de 21 kilómetros desde el pueblo de Manitou Springs hasta la Casa de la Cima, situada en lo más alto de la montaña. Es una ascensión dura pero emocionante para hacer tanto a pie como en bicicleta. Hay que tener en cuenta a la hora de subir que en lo alto de Pike´s Peak la diferencia de temperatura alcanza los 30º ya que ascenderemos unos 2.500 metros desde Colorado Springs. 

Pike´s Peak

El Pike´s Peak es también  muy conocido por albergar uno de los acontecimientos automovilísticos más emocionantes: The Race to the Clouds (la Carrera hacia las Nubes). Este rally tiene lugar cada mes de julio desde 1916. En la carrera toman parte tanto turismos como camioneres, motos y quads. Digno de verse, ineludible para los amantes de los deportes automovilísticos.

Randy Schranz durante la carrera de Pikes Peak de 2007. Fuente: wikipedia.

Etapa 2. Un jardín divino
Desde la cima de Pike´s Peak veremos nuestro siguiente punto de destino: el Jardín de los Dioses. Este parque natural, nombrado de forma tan poética, fue propiedad de Charles Elliot Perkins quien compró ese terreno para evitar que el ferrocarril pasase por allí. En 1909 cedió el parque a la ciudad de Colorado Springs con la condición de que siempre fuera público, gratuito, libre de alcohol y que no se permitiera más construcción en él que la imprescindible para el mantenimiento del mismo.


El Jardín de los Dioses encierra en su interior unas hermosas y extravagantes formaciones rocosas que son el principal reclamo del mismo. Entre las más famosas destacan los Camellos Besadores, los Gemelos, el Gigante Dormido, la Torre de Babel, la Roca Blanca, la Catedral, el Púlpito y la Roca de la Firma. Otra curiosidad de este parque es que en su interior alberga diferentes ecosistemas, pasando del desértico a los humedales y praderas. Esto, por supuesto, se traduce en una abundante variedad de plantas y animales. De hecho, está demostrado que en este parque hubo dinosaurios en el pasado.



En el Jardín de los Dioses podemos hacer recorridos a pie, en bici de montaña o a caballo pero siempre por los caminos marcados y sin salirse de ellos, puesto que el área alberga monumentos naturales y está protegida ya que se teme por su conservación. Así mismo, en este parque de formaciones rocosas hay unas cuantas que está permitido escalar lo que puede ser un complemento interesante de esta visita al Jardín de los Dioses.

Antes de dejar definitivamente la zona sur del Estado de Colorado y visitar la zona norte y su Parque Nacional de las Montañas Rocosas, hay que parar en las Siete Cascadas, un paraje que alberga, como su nombre indica, siete cascadas de unos 55 metros de altura. Un hermoso lugar que es mejor conocer, como siempre, paso a paso. Encontraremos un centro de interpretación en la entrada donde podremos recopilar la información necesaria para visitar el parque y conocer sus curiosidades. Imprescindibles son dos cortos recorridos que no entrañan más dificultad que su inclinación nos llevan hasta lugares de inigualable belleza: el Sendero de las Cascadas de Medianoche, unas pequeñas cascadas espumosas situadas en el sur del Cheyenne Creek. El otro recorrido es el Sendero de la Inspiración, un sinuoso sendero que lleva a un mirador desde el cual disfrutar de unas asombrosas panorámicas de las Grandes Llanuras.


Etapa 3. La Gran Columna Vertebral
Para llegar al Parque Nacional de las Montañas Rocosas desde Denver sólo hay una carretera sin hoteles ni tiendas ni casas… El Parque Nacional Rocky Mountain es un área de más de 1.000 kilómetros cuadrados de naturaleza intacta. En el parque hay cientos de kilómetros de senderos ideales para el trekking o el BTT y se puede acampar en plena naturaleza aunque también cuenta con áreas de acampada pre-establecidas.



Parque Nacional de las Montañas Rocosas


El parque tiene casi 600 kilómetros de caminos, 150 lagos y 720 kilómetros de arroyos. Además, hay más de sesenta montañas con altitudes superiores a los 3.500 metros pero el monte más alto de esta zona es Longs Peak, con 4.346 metros de altitud. Y para los aficionados a travesía y escalada en hielo, el parque cuenta con multitud de pequeños glaciares y campos permanentes de nieve, entre ellos el glaciar Andrews, el Taylor o el Moomaw.

Uno de los destinos más tentadores dentro de este parque es escalar el Longs Peak. La ruta más sencilla para coronar con éxito este cuatromil es la ruta Keyhole aunque no es recomendable para quienes tengan poca experiencia excepto, tal vez, en los meses más calurosos. En la cara este de Longs Peak, llamada el Diamante, hay numerosas rutas de escalada en roca.



Longs Peak


Otro de los atractivos de este maravillosa zona natural es el Lago Oso, en el corazón del parque. El lago está flanqueado por las escarpadas laderas de Hallett´s Peak y de la División Continental. Desde este punto parten una gran cantidad de rutas de diversas dificultades. Hasta el lago del Oso se puede llegar en coche durante casi todo el año por lo que puede ser un óptimo punto de partida para quienes quieran practicar BTT o trekking de uno o varios días.



Bear Lake


En el sur del Parque Nacional de las Montañas Rocosas hay un área llamada Wild Bassin. Se puede llegar a esta zona en coche y dejarlo aparcado mientras nos adentramos un par de días en esta región que, como su nombre indica, es salvaje. Desde aquí podemos hacer varios recorridos que nos dejarán boquiabiertos con la belleza del lago Bluebird, el lago Ouzel y las cascadas Calypso. Otras rutas por este exuberante lugar nos llevarán hasta los lagos del Trueno, el Pinzón y la Pera.



Las Never Summer Mountains situadas en la zona oeste del parque son, haciendo honor a su oportuno nombre, un reducto permanente de nieve. Estas montañas de origen volcánico son casi impracticables excepto para los mejor preparados aunque tiempo atrás tuvieron una gran actividad minera. La acampada libre está permitida pero hay que tener en cuenta antes de acostarse que es conveniente poner la comida en una rama alta ya que en el parque habitan los famosos osos grizzlies. A la hora de escoger la rama hay que fijarse en que no sea tan fina como para que el oso pueda romperla ni tan gruesa como para que pueda trepar por ella. Sin duda alguna, los osos grizzlies son una más de las muchas maravillas del Parque Nacional de las Montañas Rocosas, pero es mejor evitar su visita a nuestro campamento.



Never Summer Mountains fotografía de davidgoetsch.com


Cosas que hay que saber antes de viajar a Colorado

Colorado es uno de los estados centrales de Estados Unidos. La capital del estado es Denver y el idioma oficial el inglés. Esta región tiene un nivel de turismo bastante alto así que encontraremos toda clase de facilidades para nuestro alojamiento y comidas. Para movernos dentro del estado encontraremos transporte público con muchas conexiones y destinos aunque si optamos por alquilar un vehículo, no tendremos problemas en encontrar agencias.

La moneda oficial es el dólar aunque no hay mucho problema para pagar en euros en la mayor parte de los sitios. En cualquier caso, siempre es mejor pagar en la moneda oficial para evitar perder al cambio.

Colorado no es una tierra de climas extremos así que el contenido de nuestra maleta dependerá de la época escogida para viajar. Para entrar al país es obligatorio tener el pasaporte en regla, pero no hay que vacunarse de nada.

Un último consejo: aunque los senderos estén bien señalizados hay que llevar siempre un buen mapa de la zona, una brújula y un silbato de emergencia para adentramos en zonas montañosas. Y ante todo no debemos olvidarnos de no importunar a los osos ni a los demás animales que habitan estas montañas. Los visitantes somos nosotros.

Majestuosos osos grizzlies


Indomable Alaska



Un viaje único, de esos que con suerte se hacen una vez en la vida y es absolutamente inolvidable, por una de las regiones más bellas y salvajes del planeta donde montañas, bosques y glaciares ofrecen una amplia gama de actividades con las que poner a prueba la resistencia humana.

-         Destino: América
-         País: Estados Unidos
-         Categoría: turismo de aventura


Alaska es sinónimo de inmensidad. Salvaje, exuberante, grandiosa, impresionante… todos esos adjetivos no empiezan siquiera a hacer justicia a la magnificencia de una tierra en la que la presencia del hombre es casi simbólica. Este territorio ofrece una enorme multitud de opciones a los amantes de la naturaleza y el turismo activo.

Sin embargo hay que tener en cuenta que muchas zonas de Alaska son inaccesibles por carretera y las que lo son, suelen ser sólo aptas para vehículos bien preparados y con gasolina de repuesto, por lo que el taxi aéreo será nuestro mejor aliado en este viaje. También es imprescindible un buen mapa, recomendable incluso cuando el recorrido tenga balizas. Y, por supuesto, recordar a la hora de hacer la mochila que el clima en Alaska es uno de los más rigurosos del planeta. Las temperaturas extremas son de 25º de máxima y -50º mínima.


Los Fiordos de Kenai y el Parque Nacional Glacier Bay nos brindan la oportunidad de conocer en kayak  algunos de los glaciares más activos del mundo. En el Parque Nacional de Katmai podemos ver a los osos grises cazar el salmón o descender con nuestra canoa los 140 kilómetros del Savonski Loop. Ciudades como Nome o Barrow nos acercan la cultura inuit a la luz del sol de medianoche, y el Parque Nacional Puertas del Ártico nos ofrece la mayor extensión de tierra salvaje de Estados Unidos.

Un viaje inolvidable en el que aventurarse por inmensos bosques vírgenes poblados por osos y caribúes, navegar en kayak entre glaciares con las orcas como compañía, disfrutar del glorioso espectáculo que nos ofrece la aurora boreal o tomarse algo bajo el sol de medianoche. Estas y muchas más maravillas esperan al aventurero osado que se adentre en las regiones más septentrionales de los Estados Unidos.



Etapa 1: Los Fiordos de Kenai y el Parque Nacional Glacier Bay

Un buen lugar para empezar un viaje a Alaska es Seward. Esta pequeña ciudad aún no es un baluarte del turismo por lo que es bastante agradable de visitar y además es la puerta de entrada al Parque Nacional de los Fiordos de Kenai.

Parque Nacional de Kenai. 

Los fiordos de Kenai encierran toda la belleza de la naturaleza salvaje de Alaska. Además es uno de los tres parques nacionales de Alaska al que se puede acceder por carretera. Aunque claro está, no a todo el parque. La única parte del parque a la que se puede llegar por carretera es el glaciar Exit, al menos hasta mediados de noviembre, momento para cambiar el coche por una moto de nieve o realizar la travesía con los esquís. Una buena oportunidad de ver en vivo y en directo los efectos de los imponentes glaciares que un día dominaron la tierra.

Glaciar Exit, Parque Nacional de Kenai.

El parque de Kenai cuenta con numerosos senderos señalizados para conocer paso a paso la belleza de una de las regiones del planeta menos dañadas por la mano del hombre. Lo más recomendable es coger un mapa actualizado de los senderos en el centro de interpretación. Otra buena opción para conocer y disfrutar al máximo de los fiordos de Kenai es un crucero en barco. Un recorrido de seis horas por impresionantes acantilados y glaciares en el que deleitarse con la presencia de las orcas, las ballenas jorobadas y leones marinos.

Fiordo de Kenai

Tras la visita a los fiordos, en la que podemos demorarnos varios días si disponemos de ellos, podemos ir a la capital de Alaska, Juneau, desde donde partiremos hacia el Parque y Reserva Nacional Glacier Bay, muy cerca de la frontera canadiense. Esta bahía fue, como su nombre indica, un inmenso glaciar hasta 1750. El parque tiene 16 de los glaciares más activos del mundo, incluido el glaciar Muir, que con sus tres kilómetros de ancho es el glaciar más famoso del parque. La reserva es muy conocida ya que la bajada de los glaciares desde las montañas hasta la bahía convierte al parque en uno de los mejores lugares del mundo para ver y comprender cómo se crea un iceberg.

La mayor parte de los visitantes realizan el recorrido en barco, pero existe la opción de hacerlo en kayak desde Glacier Bay Lodge y disfrutar de la indescriptible sensación de ver los glaciares desde abajo así como de la compañía de focas y ballenas osadas que a veces se acercan.

Parque y Reserva Nacional Glacier Bay

Etapa 2: Las tierras del sol de medianoche

El sol de medianoche y las auroras boreales son espectáculos dignos de ver al menos una vez en la vida y Alaska nos brinda la oportunidad perfecta para ello. Muchas ciudades y reservas de este inmenso territorio gozan de estos fenómenos año tras año.Entre ellas está el Parque y Reserva Nacional Puertas del Ártico. Situado dentro del círculo polar ártico, este enorme parque de casi 40.000 kilómetros cuadrados cuenta con una característica única: esta declarado en su mayor parte como Zona Salvaje Noatak, lo que lo convierte en la zona salvaje más amplia de Estados Unidos. Curiosamente, en él viven de forma permanente 1.500 personas que sobreviven de los recursos del parque.


Hay varias poblaciones en Alaska situadas dentro del círculo polar ártico que nos acercan más a la historia de esta región. Nome, por ejemplo, es muy conocida por ser la meta de la famosa carrera Iditarod de trineos tirados por perros, en la que los concursantes recorren 1.800 kilómetros en las situaciones más adversas. En esta ciudad podemos apreciar la combinación de la cultura esquimal y los vestigios de la fiebre del oro.

Desde Nome nos podemos acercar hasta el Estrecho de Bering y a su parque natural. Aquí, además de gozar de las maravillas del parque podemos acercarnos hasta Shishmaref , una población esquimal situada sobre una estrecha lengua de tierra frente al estrecho. Este pueblo es tristemente conocido por las consecuencias que el cambio climático está teniendo en él. La reducción de hielo en el mar y el derretimiento del permafrost sobre el que está construida la aldea hacen que se considere Shishmaref, dónde la orilla retrocede anualmente más de tres metros, como el efecto del cambio climático más dramático del mundo.

Barrow, a orillas del océano Ártico, es la población más septentrional de Estados Unidos. La mayor parte de su población es inuit que han combinado sus tradiciones como cazadores de orcas y ballenas y las comodidades de la vida moderna. En Barrow el sol no se pone desde principios de mayo hasta principios de agosto, y no sale desde mediados de noviembre hasta finales de enero. Esta población tiene el atractivo de las frecuentes visitas de los osos polares.

Monumento hecho de huesos de ballena. Barrow, Alaska.

Kotzebue está a 60 kilómetros al norte del círculo polar ártico y en esta pequeña población esquimal se conserva en su mayor parte el modo de vida tradicional de sus antepasados. Además desde aquí se puede acceder a algunos de los mejores descensos de kayak de toda Alaska.



Etapa 3: El Parque Nacional de Katmai y el Valle de las Diez Mil Fumarolas

Situado en el suroeste de Alaska, el Parque Nacional Katmai es una visita de obligado cumplimiento. Al parque de Katmai, se accede desde la ciudad de Anchorage o desde el pueblo de Homer por medio de taxis aéreos. Este inmenso parque, de más de 19.000 kilómetros cuadrados, combina la salvaje naturaleza típica de Alaska con sesenta y cinco kilómetros cuadrados de lava carbonizada, fruto de la erupción en 1912 del volcán Novarupta. En este lugar hay una espectacular actividad volcánica en forma de géiseres y chorros de vapor, por lo que se conoce a la zona del parque como el Valle de las Diez Mil Fumarolas.

Valle de las Diez Mil Fumarolas, Parque Nacional Katmai.

Katmai es uno de los parques más conocidos y visitados porque en sus ríos hay una gran cantidad de salmones y, por lo tanto, los osos campan a sus anchas en todo el territorio. Se estima que la población de osos grises del parque ronda los 2.000 ejemplares y hay lugares donde no es nada recomendable pararse o acampar. En las famosas y espectaculares cataratas Brooks se reúnen bastantes osos para cazar el salmón y cuenta con una plataforma de observación desde la que se puede contemplar a este magnífico animal en su propio hábitat y en todo su esplendor.

Cataratas Brooks, Parque Nacional de Katmai.

Cataratas Brooks, Parque Nacional de Katmai. 
Parque Nacional de Katmai.


























Uno de los mayores atractivos del parque para los amantes del kayak es el Savonski Loop, un recorrido circular de unos 140 kilómetros que parte del Campamento Brooks. Una experiencia inolvidable especialmente recomendada para quienes tengan experiencia en la canoa. El recorrido puede durar entre 5 y 10 días, dependiendo del tiempo, de la experiencia de los miembros del grupo y de la ruta que se escoja.


La salvaje belleza de los grandes lagos del parque, como el Nanek, el Brook o el inmenso Nonvianuk y diversas bahías en las que la reserva se junta con el océano Pacífico, como la bahía Hallo o la Swikshak nos brindan la oportunidad de apreciar la más pura naturaleza de Katmai en un viaje a la inmensidad de Alaska. 



Cosas que hay que saber antes de viajar a Alaska

La mejor época para visitar Alaska es durante los meses de verano. En esta época hay cerca de 20 horas de luz diurna pero aún así hace frío por lo que debemos llevar ropa de abrigo. La temperatura máxima que se puede alcanzar en Alaska (en su parte sur) es de 25º. Por ello el turismo se concentra durante los meses estivales, así que es recomendable planificar bien el viaje y reservar alojamiento con antelación.

Es obligatorio tener el pasaporte en regla para acceder a Alaska, pero no hay ninguna vacuna obligatoria para entrar en el territorio. Hay que tener en cuenta que la moneda oficial es el dólar y, aunque acepten euros en la mayor parte de los sitios, es recomendable pagar en dólares para no salir perdiendo al cambio.

En la entrada de los parques nos darán información detallada de la ruta que vayamos a seguir, pero aún así es IMPRESCINDIBLE llevar un buen mapa y una brújula, además de algo de comida y un botiquín de primeros auxilios. Otras precauciones básicas: llevar siempre un silbato, alguna prenda de ropa de colores vivos y material para hacer fuego. No hay que perder de vista que en esta región se pueden pasar días sin ver a otro ser humano, así que mejor informar siempre a alguien de la ruta que pensáis tomar. Si viajamos por nuestra cuenta, lo mejor es llevar siempre un bidón de gasolina de repuesto, ya que la baja densidad de población de algunas zonas convertirá el simple hecho de repostar en toda una odisea.

Kenia, la esencia de África


Kenia es el arquetipo de país africano que todos conocemos. La inmensa llanura del Serengeti, el Kilimajaro, la tribu Masai, los elefantes, los leones… Kenia es el África de Tarzán y un país que llegará al corazón de todo aquel que pise sus tierras.

-                     Destino: África
-                     País: Kenia




Kenia (o Kenya) es probablemente uno de los países más representativos de África. Sus cientos de kilómetros de playas de arena blanca complementan a la perfección unos cuantos días de safari por la sabana. Elefantes, jirafas, rinocerontes, leones… quien visita Kenia espera encontrárselos a cada paso del camino y, aunque esto no es exactamente así, no hay que esforzarse demasiado para satisfacer esa curiosidad interior que las películas de Tarzán nos despertaron hace ya bastantes años.

Visto en un mapa de África, Kenia no parece excesivamente grande pero su tamaño es algo superior al de España, lo que traducido en días significa que es prácticamente imposible abarcarlo todo en una sola visita. Además las infraestructuras con las que cuenta el país no son precisamente las mejores por lo que moverse de un sitio a otro del territorio representa un obstáculo temporal (y algún que otro socavón de tamaño espectacular).



Leones, rinocerontes, hipopótamos, leopardos… Kenia es el hogar de los animales más emblemáticos de África, además de estar considerada como la “cuna de la civilización”, ya que es aquí donde se han encontrado los restos de homínidos más antiguos. Una tierra fascinante e intensa, una tierra que nos hará disfrutar mucho más allá de todas nuestras expectativas.

Día 1-2. Mombasa y Malindi

La ciudad de Mombasa es la segunda más grande de Kenia después de Nairobi, su capital. Originariamente estaba situada sobre una isla de coral de unos 15 kilómetros cuadrados pero poco a poco fue creciendo hasta extenderse al continente, al que está unida por puentes y transbordadores.

Un agradable paseo por Mombasa nos permitirá conocer sus enclaves más característicos como las mezquitas Mandhry y Basheik, el Mbaraki Pilar, una tumba de piedra rodeada de baobabs, o el Fuerte Jesús, una antigua fortaleza portuguesa del siglo XVI muy bien conservada.


No debemos perdernos las construcciones hindúes como el templo Swaminaryan, la Plaza del Tesoro ni el emblemático Arco de los Colmillos, en el que dos pares de colmillos gigantes construidos con láminas de metal dan inicio a la arteria principal de la ciudad, la avenida Moi, donde encontraremos todos los hoteles y comercios que nos puedan hacer falta. Y por supuesto, deberíamos pasar a darnos un buen baño en la famosa playa de Mombasa, cuyas aguas lapislázuli han dado la vuelta al mundo en miles de guías de viaje.



De Mombasa vamos a Malindi, unos 100 kilómetros al norte siguiendo la costa. En el camino encontraremos numerosas poblaciones y playas de arenas blancas que invitan al descanso bajo el sol, algunas tan características como Bamburi, con un gran zoo natural y su hermosa playa Jomo Kenyatta, o Mtwapa, donde alimentar a los tiburones se ha convertido en un fuerte reclamo turístico.

Llegamos a Malindi, lugar famoso por sus dos parques marítimos: el Parque Nacional Marítimo de Malindi, con peces sumamente extraños, y el Parque Marino de Watamu, conocido especialmente por sus impresionantes arrecifes de coral.

Malindi es además una ciudad entrañable, con un agradable casco antiguo y algunas construcciones destacables como la mezquita Juma, el monumento a Vasco de Gama o la tumba de Hassan.

Día 3. Viaje a Nairobi

Abandonamos la costa para adentrarnos en el interior de África. Llegar a Nairobi desde Malindi puede ser toda una odisea y habrá quien prefiera optar por ir en avión. Si a pesar de todo optamos por viajar a ras de suelo, hemos de llegar primero a Manyani y enlazar con la carretera C-103 dirección norte hasta alcanzar la A-109 que nos llevará directamente a la capital de Kenia. Sin embargo, la mejor opción para este viaje (y para todos si es posible) es utilizar el tren.

La opción de viajar por tierra nos hará pasar por el Parque Nacional Tsavo, el mayor del país con 22.000 kilómetros cuadrados, aunque no todo está abierto al público, ya que hay una gran extensión en la parte este en la que sólo se permite el paso a científicos. Famoso por su tierra roja, en este parque encontraremos grandes manadas de elefantes (aunque no tantos como antes) y el llamado “árbol de la vida”, una acacia que simboliza la vida entre grandes extensiones de tierra baldía puesto que es un punto de encuentro en los caminos de los animales que aprovechan sus hojas y su sombra.



Situadas entre los parques de Tsavo y Kiwesi, encontramos las colinas Chyullu, las más recientes de Kenia, formadas hace apenas 500 años. Estas colinas resultan espectaculares por el contraste que ofrecen las exuberantes y verdes colinas con grandes espacios negros formados por lava. Para los amantes de la espeleología, en estas colinas hay una inmensa cueva galería de lava que, de hecho, es la cuarta más grande conocida.

Día 4. Nairobi

Una de las capitales más jóvenes del mundo, Nairobi tiene un marcado aire colonial a la vez que es una ciudad moderna. En el centro de la ciudad encontraremos los edificios más emblemáticos, hoteles, restaurantes, oficinas y la zona más segura de la ciudad. Impresiona el tamaño de la avenida Kenyatta, con seis carriles para el tráfico, en donde encontraremos el Edificio ICEA que nos ofrecerá una impresionante vista de la ciudad.

Nairobi es una ciudad apasionante pero no demasiado atractiva. Destacan la biblioteca MacMillan, la catedral de la Sagrada Familia, la mezquita Jamia, el Hotel New Stanley y, sobre todo, el Palacio Internacional de Conferencias construido con forma de cabaña masai pero combinado con elementos modernos. En lo alto de este edificio hay una plataforma desde donde podemos admirar el monte Kenya y el impresionante Kilimanjaro. También son bonitos los dos grandes parques de la ciudad pero es una zona peligrosa de noche por lo que no es muy recomendable su visita después de la puesta de sol.

Muy cerca de la ciudad encontraremos diferentes atractivos pensados especialmente para turistas pero no por ello menos interesantes. Entre estos reclamos están incluidas las “bomas”, unos poblados donde se deleita al visitante con bailes tradicionales, o el Center Giraffe donde unas torres nos acercarán a la altura de las jirafas para poder alimentarlas.

Día 5. Parque Nacional de Nairobi

Los alrededores de Nairobi ofrecen un variado abanico de parques y reservas que merece la pena visitar. Destacamos el Parque Nacional de Nairobi , al que llegamos siguiendo la carretera de Langata. Situado a menos de 10 kilómetros de la ciudad, este parque tiene, a pesar de su cercanía con la urbe, una gran variedad de animales para contemplar, entre ellos a los grandes felinos: leones, leopardos, guepardos y hienas. Además, este parque es uno de los pocos lugares donde podemos estar seguros de ver al rinoceronte negro en su propio hábitat.



El Parque Nacional de Nairobi cuenta con un espectacular camino natural junto a las llamadas “piscinas de los hipopótamos” donde se puede contemplar a estos ingentes mamíferos en su medio acuático. Un consejo: nunca os interpongáis entre el hipopótamo y el agua.


Día 6-7. Safari en Masai Mara

Kenia es el país de los safaris. Encontraremos multitud de ofertas para realizar uno pero hay que tener en cuenta que no todos ofrecen las garantías necesarias de seguridad. Si vamos a realizar un safari lo mejor es fijarse en que la empresa contratada sea miembro de la KATO, Kenya Association of Tour Operators, (www.katokenya.org). Esta asociación nos facilitará los destinos que más nos interesen y los medios apropiados para llegar allí, así como guías e información útil.

El Parque Nacional Masai Mara esta en la región del Serengeti y es probablemente el más conocido de todo el país. Además la región incluye el gran valle del Rift, una inmensa grieta formada por la separación de dos placas continentales. Esta grieta crece año tras año tanto en profundidad como en anchura y algunos expertos auguran un futuro océano en el valle.

Los principales atractivos del parque radican tanto en su fauna y sus impresionantes paisajes como en la conocida tribu Masai que habita estas tierras. Este pueblo de guerreros basa su vida alrededor del ganado y, a pesar de la fama de feroces, podremos disfrutar observando la famosa danza masai en la que los jóvenes guerreros saltan hasta alturas impresionantes.



Respecto a la fauna que podremos observar en un safari por estas tierras, destacan los grandes felinos, los hipopótamos, rinocerontes y sobre todo, el ñu. Si tenemos la suerte de realizar nuestro safari en los meses de julio y agosto contemplaremos la migración del ñu, un espectáculo único en la naturaleza, en el que estos ejemplares se cuentan por miles. 




Datos útiles

Los principales idiomas utilizados en Kenia son el swahili y el inglés, además de muchos dialectos tribales. Debemos tener el pasaporte en vigor y con una validez de seis meses, además de que nos pedirán que enseñemos nuestro billete de avión ida y vuelta. No es obligatoria ninguna vacuna para entrar en el país pero sí es recomendable, y nos evitará problemas, estar vacunado contra la fiebre amarilla y tomar precauciones contra la malaria. 

Si vamos a alquilar nuestro propio medio de transporte hay que tener en cuenta que en Kenia se conduce por la izquierda. Si utilizamos el transporte público, no es recomendable aceptar comida o bebida de los demás pasajeros. Para más información debemos ponernos en contacto con el Consulado de Kenia de nuestro país.